EL TIEMPO EN LA PROBETA
Aspectos éticos referidos a la reproducción, genética y clonación
Marta Abergo
Prof. Filosofía (U.B.A.)
mayo-junio 2000


Diseño M.A.M.

“Su rostro estaba profundamente arrugado y negro, como una máscara de obsidiana. La boca desdentada, como chupada. En las esquinas de los labios y a cada lado del mentón, unos pocos vellos largos brillaban casi blancos contra la piel oscura. El largo y desordenado cabello colgaba en mechones grises alrededor de su cara. Su cuerpo estaba doblado, la piel pegada al hueso, casi sin carne. Él bajó muy despacio, parando en cada peldaño antes de aventurar otro paso.
“Qué le pasa?”, susurró pasmada Lenina, sus ojos abiertos con horror.
“Es viejo, eso es todo”, contestó Bernard tan indiferentemente como pudo. Él también estaba espantado; pero hizo un esfuerzo para disimularlo.
“Viejo?”, repitió ella. “Pero el Director es viejo; muchos son viejos pero no están así.”
“Eso es porque nosotros no lo permitimos. Los preservamos de las enfermedades. Mantenemos artificialmente sus secreciones internas en un equilibrio juvenil. No permitimos que su nivel de calcio y magnesio sea inferior al que se tiene a los treinta años. Les damos transfusiones de sangre joven. Mantenemos su metabolismo permanentemente estimulado. Entonces, por supuesto, no lucen así. También en parte”, agregó, “porque la mayoría muere mucho antes de alcanzar la edad de esta criatura. Juventud casi inalterada hasta los sesenta, y entonces, crack!, el fin.”


Huxley, Aldous, (1932), Brave New World, Cap. VII, p. 99, Ed. Flamingo, Harper Collins, Londres, Inglaterra, 1994 (Traducción mía).

TIEMPOS BIOLÓGICOS...

Un organismo vivo requiere que un numeroso conjunto de relojes interiores funcionen sincronizadamente en mutua dependencia. Cuando esto no ocurre se produce un desequilibrio que, de no ser restablecido dentro de un cierto lapso de tiempo, acontece un daño o enfermedad. La falta total de coordinación conduce a la muerte.

“Decir que un organismo viviente es una orquesta con trillones de instrumentos que se ejecutan de manera coordinada de un instante a otro es, por supuesto, una metáfora. Pero es una metáfora útil y apropiada en la medida en que nos recuerda la solidaridad orgánica que constituye el proceso vital.” [Fraser, Julius Thomas, (1987) Time, the familiar stranger, Cap. 3, p. 128, Tempus Books of Microsoft Press, U.S.A. (Traducción mía)] La mayoría de esas regulaciones simultáneas – en un presente orgánico - habitualmente no son percibidas y permanecen inconscientes, salvo que se traduzcan en algún tipo de malestar o inconveniente.

La relación de esos relojes interiores con otros ritmos y ciclos del medio exterior ha quedado demostrada a través de los trastornos ocasionados por los vuelos transmeridionales, los trabajos en turnos rotativos, los cambios de clima, etc. y hay gran número de estudios al respecto.

Los seres humanos no sólo marchamos al compás de esos ritmos, sino que además envejecemos. Organismos unicelulares como los protozoarios y las bacterias, o invertebrados que se propagan por gemación, como las esponjas, o por fragmentación, como las medusas, no lo hacen. Sostiene Fraser que “estos seres, de conservarse en un medio adecuado, no muestran envejecimiento y pueden replicarse indefinidamente. La muerte por envejecimiento fue un desarrollo evolutivo que tuvo lugar mucho tiempo después que la vida comenzara, y fue un corolario necesario de la reproducción sexual.” Fraser, J.T. (1987), Op. cit., Cap. 3, pp. 130-131.]

Aparece la reproducción sexual para este autor como un producto de la evolución de las especies a través del cual las mutaciones se expanden más rápidamente que en el caso de la reproducción asexual. También permitió este mecanismo la gestación de individuos únicos. Supone el mismo la diferenciación entre células embrionarias (“germ cells”) de los seres replicantes – potencialmente inmortales – y células somáticas (“somatic cells”), que envejecen y mueren. Así, “tiempo, vida, envejecimiento y muerte han formado una constelación única de pensamiento en la mente humana desde que el tiempo y la inevitabilidad de la muerte fueron descubiertos al unísono. Sin embargo, como hemos visto, la muerte por envejecimiento no es un real corolario del tiempo porque no todos los seres vivos mueren por envejecimiento.” [Fraser, J.T. (1987), Op. cit., Cap. 3, p. 134.]

...Y TIEMPOS SOCIALES

Antes de envejecer y morir, sin embargo, la mayoría de los seres humanos se reproducen, dando vida a otros seres humanos. Estos procesos no son sólo biológicos, sino que están indisolublemente situados en redes de relaciones sociales que los condicionan de variada manera y que también han evolucionado a lo largo de la historia de la humanidad. Si es complicado determinar la existencia de algo así como un “instinto” maternal o paternal entre los animales, más compleja aún es su elucidación en los humanos. Baste señalar que el núcleo familiar que conocemos en las sociedades occidentales se desarrolló recién a partir del siglo XIV. Hasta entonces familia era toda la población de un dominio, de una villa. Por lo tanto, no existía entonces la noción de “hijo propio” (como tampoco la de “niño” como categoría etaria), ni la función materna definida por la crianza y cuidado de los hijos en un territorio específico: “el hogar”. [Ver Guerreau, Alain, (1984), Para una teoría del feudalismo, Cap. 6, en El feudalismo. Un horizonte teórico, Barcelona, España; y
Varela, Julia y Alvarez Uria, Fernando, (1991), Arqueología de la escuela, Eds. La Piqueta, Madrid y España.] Antes de eso, las relaciones de parentesco estaban subsumidas y confundidas en las de la comunidad, y en ese marco se resolvían las actividades que hacían a la preservación del grupo.

“La maternidad no es simplemente un hecho biológico, sino sobre todo social, cultural. En tanto rol social, define la identidad de las mujeres como ningún otro y se encuentra determinado por un sistema de representaciones que condiciona su ejercicio e induce por diferentes medios su materialización. <...> En rigor, puede considerarse la maternidad como una relación biológica en un contexto social o una relación social en un contexto biológico. Esta función ejercida por las mujeres a lo largo de los siglos, sufre transformaciones con el advenimiento de las nuevas técnicas <de reproducción> <...>” [Sommer, Susana (1994), De la cigüeña a la probeta, p. 31, Ed. Planeta, Buenos Aires, Argentina.
] (cursiva mía).

El presente trabajo intenta rastrear cómo las transformaciones en el terreno de la procreación suponen cambios en la temporalidad de los ciclos biológicos en interacción con otros ciclos, otros tiempos, de fuerte determinación social. Desde que el hombre ha aparecido en la tierra, ha recorrido reiteradamente el camino nacimiento-desarrollo-reproducción-envejecimiento-muerte. Sin embargo, las modalidades no han sido siempre las mismas, ni las mismas para todos los hombres. Intentaremos un juego de tiempos y destiempos, tiempos biológicos y tiempos sociales, tiempos de algunos y tiempos de otros, anticipaciones, postergaciones, sincronizaciones e interrupciones.

INFERTILIDAD: ¿ENFERMEDAD O ENVEJECIMIENTO?

Con las nuevas técnicas reproductivas (NTR) surge la posibilidad de extender la procreación más allá del tiempo de fertilidad natural de la mujer. Esto podría ser considerado como un eslabón más en la larga cadena de logros técnicos aplicados a la medicina que han posibilitado asistir en la prolongación de la vida, desde el respirador artificial en los años 50 hasta los trasplantes de órganos contemporáneos. Desde esta perspectiva, a partir de caracterizar la infertilidad como una patología, las NTR vienen a representar una posibilidad de su tratamiento.

Y si la infertilidad, tal como ha sido caracterizada, no fuera una patología, sino producto natural del envejecimiento biológico?

[Fragmento de El tiempo en la probeta - Aspectos éticos referidos a la reproducción, genética y clonación.]

Solicitar el artículo completo a info@filosofiaparaarmar.com.ar.

arriba


www.filosofiaparaarmar.com.ar

© Copyright 2008 - Creación y diseño de Marta Abergo Moro

problemas